Los términos “Dendron” y “Logos”, de origen griego, significan árbol y estudio respectivamente. El término fue creado en 1668 por Ulisse Aldrovandi (natualista italiano fundador del Jardín Botánico de Bologna) con la publicación de Dendrología. La obra escrita en griego incluía el nombre de los árboles, sus sinónimos, utilización, proverbios, entre otras informaciones y curiosidades.
La dendrología es el ramo de la botánica que estudia la identificación, distribución y clasificación de las plantas leñosas, principalmente árboles y arbustos y sus maderas.
Con esto busca la identificación de los árboles, no apenas por los caracteres de real valor taxonómico y filogénico (el término filogénico es comúnmente utilizado para determinar las relaciones ancestrales entre especies conocidas), como también y principalmente por la valorización de elementos diagnósticos más fácilmente reconocibles, más allá de ser carentes de mayor fundamento científico subyacente, no sustituye la Botánica Sistemática.
Se centra con todo sobre las especies de importancia económica, clasificándolas sobre el punto de vista sistemático y fitogeográfico. El principal objetivo es la clasificación de las plantas en un sistema filogénico de la Botánica Sistemática.
Posición de la Dendrología en la Ciencia Forestal: Los relevamientos dendrológicos permiten distinguir las especies deseables en el conjunto de una vegetación, en los diferentes estados de desarrollo, tornando así, información indispensable para el adecuado manejo forestal. La enología (Fenología es el término que estudia la ecología de los fenómenos periódicos de los seres vivos y sus reacciones con las condiciones del medio ambiente, tales como temperatura, luz y humedad) de los árboles, es indispensable para la elección de la época más adecuada a la ejecución de diversas actividades e intervenciones silviculturales.
El establecimiento de una terminología es una forma de padronización y busca asegurar lo abarcativo y preciso de los términos utilizados. La terminología dendrológica se distingue por el destaque conferido a la cáscara, las hojas y los aspectos generales de los árboles tales como porte, hábito, forma de la copa, ramificación y morfología del tronco.
La terminología referente a flores, frutos y semillas, mas allá de ser considerada importante, no asume la posición de destaque tradicionalmente ocupada en obras de Taxonomía Vegetal.
Aspectos Taxonómicos: Los sistemas de clasificación buscan organizar los componentes del Reino Vegetal, así la base taxonómica de cualquier sistema es la especie. Los demás taxones constituyen agrupamientos cada vez más abarcativos: el “género” comprende especies afines, la “familia” reúne uno o más géneros y así sucesivamente.
La identificación correcta facilita el acceso al conocimiento ya existente sobre una determinada especie. De allí la citación frecuente de nombres botánicos en el sector de palabras clave.
El tema de la nomenclatura botánica es complejo, el nombre de las plantas es una cuestión de permanente interés para el ser humano, debido a la importancia que las mismas siempre tuvieron en la civilización. Una misma planta recibía innumeras denominaciones, dependiendo de la época del autor. La confusión se asemejaba con la verificada actualmente en los nombres vulgares, que son poco precisos debido a la gran diversidad de sinónimos o a la frecuente atribución de un mismo término a entidades botánicas distintas.
Existen nombres que fueron creados por las poblaciones (vulgares, populares y comunes). Esos términos varían de acuerdo con la región, la lengua y la época.
Existen nombres científicos que por su vez, reflejan la necesidad de sistematización de los conocimientos. Son escritos en lengua padrón, franqueada a las varias nacionalidades y organizados y evaluados de acuerdo con un sistema normativo, definido en congresos internacionales de nomenclatura botánica. La obediencia a leyes y reglas establecidas por la comunidad científica resultó en una terminología padronizada de extraordinaria practicidad. .
Hasta mediados del siglo XVIII no existía un sistema universal de nomenclatura botánica. Fue con la publicación en 1753, de Species Plantarum (Obra de Linnaeus) que constituyó un marco divisor en esta cuestión.
Conocer el nombre científico de las plantas es una necesidad básica para toda y cualquier actividad, no solo ligada a la actividad forestal, pero también para los ramos en general de las ciencias agrarias/biológicas y áreas afines.